Esta misma mañana hemos sabido que la empresa municipal Agua de Cádiz va a encargarse de la restauración de la fuente de los Niños del Paraguas, que podemos encontrar en el Parque Genovés de nuestra ciudad. Aprovechando la buena noticia, hemos querido ahondar más en la historia de estos míticos niños que desde hace muchas décadas podemos ver en el Parque. ¿Quiénes eran y por qué acabaron ahí? ¿Qué trágica historia encierra la historia de los dos?
Podemos ir asumiendo que pese a los años que llevan con nosotros, ni Pablo ni Virginia, como así se llaman los niños, son gaditanos.
Para empezar podemos ir asumiendo que pese a los años que llevan con nosotros, ni Pablo ni Virginia, como así se llaman los niños, son gaditanos. Pertenecen a la novela de Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre, publicada en 1787 con el mismo nombre y fueron traídos desde París durante un viaje de negocios, no para acabar en el Parque Genovés, si no en la casa de los Aramburu, la ilustre y conocidísima familia gaditana.
Durante unos años la fuente ocupó el patio principal de su casa-palacio en la Plaza de San Antonio hasta que en unas reformas, la sobrina de los Aramburu decidió donarla al Ayuntamiento de Cádiz. Es entonces cuando el Consistorio decide colocarla en el parque que se ha encargado de remodelar el alcalde Eduardo J. Genovés. Su primera ubicación no es donde la actual si no a la entrada del paseo de Santa Bárbara. Allí permanece hasta los años 60.

Pero ¿quiénes eran realmente Pablo y Virgnia? Los niños del paraguas son los protagonistas de la novela Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre, dos jóvenes que viven en la isla Mauricio. Sus madres, mujeres solteras se ven obligadas a criar a sus hijos al margen de la sociedad. Los dos crecen como hermanos pero una vez llegados a la adolescencia, surge el amor entre ellos. Enterada de lo sucedido, la madre de Virginia, Madame de la Tour, toma una drástica decisión con el objetivo de separar a la pareja: enviarla a estudiar a Francia. Cuando años después Virginia anuncia su retorno a la isla, ocurre algo inesperado que pondrá el fin definitivo a su difícil historia de amor. El barco sufre un grave accidente en medio de una horrible tempestad cobrándose la vida de Virginia. Ante el inesperado de giro de los acontecimientos, Pablo no tarda en reencontarse con ella sumido en un dolor sin consuelo.
Es por eso que si viajamos por las Islas Mauricio podremos encontrar diferentes esculturas de los jóvenes en dos puntos en concreto: una plazoleta publica y el lugar donde se produjeron los hechos. Justo allí se puede leer junto a sus réplicas: «Esta es la iglesia de Pamplemousses. En este barrio había dos cabañas colindantes, la de la señora de la Tour y la de Margerite; fue en el cabo Malhereux («mala suerte») donde se estrelló el Saint-Géran; fue en la bahía Tombeaux («tumbas») donde se encontró el cadáver de la joven con un retrato en su mano; fue en la iglesia de Pamplemousses donde, dos meses más tarde, un joven de la misma edad fue enterrado junto a esa jovenzuela. Ya deben haber adivinado los nombres de los dos amantes gravados en esa tumba: Pablo y Virginia, esos dos alciones de los trópicos. Parece que el mar, que gime en los arrecifes que rodean la costa, llora sin cesar su muerte, como una tigresa llora eternamente por haber matado a sus propios cachorros en un ataque de ira o de celos«
@ManoloDevesa
Me gustaría conseguir el libro de los niños del parque genovés…donde lo puedo comprar???
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