«Me voy para no permitir que el ruido de esta jauría parta el proyecto de Sánchez, que ha ilusionado a tantas personas«. Así dimitía ayer el ministro de Cultura y Deporte Maxim Huerta tras conocerse su fraude de 256.778 euros al fisco entre 2006 y 2008. Sin embargo, ya el futuro del ministro se presentaba incierto desde el mismo día de su nombramiento.
Cuando el nombre de Maxim sonó en el Gobierno de Pedro Sánchez para la cartera de Cultura, solo le hizo falta un par de horas para convertirse en TT. Su nombramiento causaba cierto asombro que las redes sociales decidieron hacer frente, como en el 90% de los casos, con una mezcla de burla e incredulidad.
A solo minutos de su nombramiento, Maxim se vio condenado por un pasado cuyo único delito había sido presentar un programa de televisión en directo durante once años junto a Ana Rosa Quintana, haber comentado Gran Hermano o ser amigo de Belén Esteban. ¿Le incapacitaba eso para hacerse cargo del Ministerio de Cultura? Sin embargo, se obvió que fue él quien decidió abandonar el matinal de Telecinco para dedicarse a lo que realmente le gustaba hacer: escribir. Con seis novelas en el mercado, Maxim ganó el premio Primavera de Novela 2014 por «La Noche Soñada», ha hecho radio y escrito numerosas columnas en periódicos de este país y puede presumir, además, de haber sido el primer ministro del PSOE en trabajar en la tele del PP ya que su último trabajo fue el programa de viajes «Destinos de película» en La 1 de TVE.
A minutos de su nombramiento, Maxim se vio condenado por un pasado cuyo único delito había sido presentar un programa de televisión durante once años
El negro futuro de Máxim Huerta estaba prácticamente escrito, nunca mejor dicho: en solo unas horas, su pasado twittero le jugaba una mala pasada. Maxim no solo era el ministro de Cultura sino también de Deportes, actividad que no solo no practicaba si no que dijo detestar en más de una ocasión a través de la red social. Aquello le acarreó lógicas críticas por unas declaraciones que, todo hay que decirlo, casi ocho años después no tienen por qué sostenerse. Uno está en su derecho a cambiar de opinión cuando le plazca. Aun así y en vista del tremendo rumor que aquellas declaraciones habían provocado, Huerta dio explicaciones: «Sabéis que no lo practico y no solía seguirlo, pero pienso mimarlo y amarlo…» escribía en su red social.
Ayer Maxim Huertas decidía presentar su dimisión tan solo seis días después de su nombramiento: «La cultura y la transparencia son las cosas en que más creo. Soy absolutamente inocente. Estoy al corriente de mis pagos con Hacienda» decía durante una rueda de prensa que ya queda para la historia.
El de Maxim Huerta es el caso más ilustrativo de la crónica de una muerte anunciada. Un nombramiento mal recibido desde el principio entre otras cosas por la hipocresía de los principales consumidores de la televisión que él mismo presentaba. El de Maxim es también la muestra más certera del peligro de las redes sociales dominada principalmente por el postureo intelectual y demagogia. Postureo que puede volverse en tu contra cuando menos lo esperas. Si a todo esto le sumamos el fraude fiscal en un momento de tanta tensión política como el que vivimos, la mezcla es absolutamente mortal.
@ManoloDevesa