Uno va cumpliendo años a medida que va coleccionando batallitas. Por eso cuando este fin de semana tomaba algo en el Pub Nicanor en la calle Rosario, no pude dejar de ver aquello como lo que realmente fue durante mucho tiempo: una de las bodegas más antiguas de la ciudad.
La calle Rosario fue durante muchos años la de mi casa. Así que de camino al colegio pasaba todos los días por el Nicanor, una bodega abierta desde que en 1944 Francisco Garrido García, antiguo empleado, se hiciese con ella. Corrían los años ochenta cuando cada mañana el olor a vino me golpeaba en la nariz de camino a la Academia San Francisco. La eterna curiosidad de niño me hacía mirar hacia dentro y observar a los clientes, en su mayoría hombres y la oscuridad del mismo. Los gatos se paseaban por allí como Pedro por su casa y el azufre teñía los bajos del local.
Buscando información del lugar del que hoy les hablo, descubro una magnífica foto que según parece data de 1910. El origen de «La Casa Nicanor» podemos situarlo, aunque sin exactitud, alrededor de 1860.


Cuando este sábado tomaba una copa en el NICANOR los recuerdos volvían a inundar mi cabeza. El local ha sabido conservar la estructura del original aunque inevitablemente los tiempos han cambiado. Si hace unos años el vino llegaba al vaso directamente de la canilla, hoy los vasos de balon inundan las mesitas repartidas por el lugar acompañados de frutos secos provenientes de las latitas que por un euro aun se pueden adquirir alli mismo. Si la presencia de las mujeres era muy reducida por no decir prácticamente nula, hoy sus visitas son afortunadamente de lo más habitual.
@ManoloDevesa