¿Quién puede matar a un niño?

El caso del niño desaparecido en Nijar terminaba ayer con el peor de los desenlaces. La pareja del padre de Gabriel era sorprendida por la Guardia Civil con el cadáver del niño en su maletero. La noticia caía como un jarro de agua fría y enseguida España se manifestaba por las diferentes redes sociales con la rabia y la pena por bandera.

Sin embargo y por desgracia, la desaparición de Gabriel no ha sido ni mucho menos el único caso que hemos visto de desapariciones. Aunque el de él sí ha logrado quizás una repercusión más mediática que otros. ¿Por qué?

Fue quizás la manera tan sencilla de contar su caso lo que nos hizo identificarnos con ellos. Gabriel salió dispuesto de casa dd su abuela a ver a sus primod a solo cien metros como hacía a menudo aunque aquel día no lo hizo. Las esperanzadoras declaraciones de su madre nos contagiaron e hicieron que no perdiéramos la esperanza de verlo regresar con vida. Fue eso lo que hizo que empatizáramos con ella. La de Gabriel se convirtió en la esperanza de una historia que nos negábamos a que tuviese el final que ha tenido. Su presencia en los medios de comunicación, su manera de hablar de él y su tierno apodo de «pescadito» terminaron por calar más si cabe en el corazón, un corazón que sufría porque en el fondo sabíamos que ya Gabriel no volvería más.

La mañana del domingo once de marzo, para más inri, nos trajo una noticia que aunque esperada, nos sacaba de nuestras casillas: Ana Julia, la pareja del padre de Gabriel era sorprendida por la Guardia Civil con el cadáver del niño en su maletero. La misma mujer que no había tenido reparo en aparecer junto a ellos, la misma que encontró aquella camiseta, la misma que se manifestaba para que apareciera…

Durante años cada vez que leía el título de la película del maestro Chicho Ibáñez Serrador ¿Quién puede matar a un niño? de 1976, un escalofrío me recorría el cuerpo. Por más admirador que soy del famoso realizador, les he de confesar que no he visto su película  jamás porque la sola idea de que girara en torno al asesinato de un niño, me echaba para atrás. Porque en efecto siempre me preguntaba eso: ¿quién podía matar a un niño? ¿Quién podía borrar de un plumazo su eterna sonrisa, su apabullante sinceridad y ese brillo que solo ellos aun tienen en los ojos? Por desgracia ayer la realidad que, a menudo supera con creces a la ficción, me dio la respuesta. DEP Gabriel.

@ManoloDevesa

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