Mira que me lo prometí. Que no era conveniente hablar de determinados temas en público. Que aquí o dices lo que quieren escuchar o te acusan de ser un facha de mucho cuidado o de pertenecer a la izquierda más extrema. Pero claro, lleva uno escuchando la misma cantinela tanto tiempo, que hoy, como la mismísima Teófila Martínez en la Junta de ayer donde llamó al alcalde «cacique» tropecientas mil veces, he explotado.
Ya podrán imaginar ustedes el tema al que me refiero. El que habla todo el mundo, el que incendia los foros de medio Internet. El que se empeña en dividirnos cada vez más y el que se convertirá, me temo, en tema más recurrente los próximos carnavales.
El problema que tiene el señor Rajoy sobre la mesa es más serio de lo que muchos nos pensamos. No porque no tenga solución sino porque es duro dar el paso para solucionarlo. Es abrir el melón de la Constitución y sus intentos de reformas. Ya se hizo hace algunos años con la ley de estabilidad presupuestaria. Se reformó para poder aplicarla lo antes posible.
Años después, otro artículo de la Constitución está a punto de ser aplicado. Así que entre tanto debate y manifestaciones, se me hacía extraño pasar por alto algo tan grande para nuestro país. Sentirnos orgullosos de él y sembrar por fin la paz que tanto necesitamos. Por eso hoy, seré claro al afirmar que antes tenía que haberse aplicado el dichoso articulito. Que queda muy bonito como teoría y como uno de los logros de la Constitución del 78, pero que a la hora de la verdad era como la publicidad de las compañías de teléfono; mentira.
Me llena de orgullo y satisfacción que se vaya a aplicar el artículo 35 – con premio incluido – de la Constitución Española. Aquel que habla de que todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo. Es más, el artículo hace especial hincapié a que la remuneración deberá ser suficiente para satisfacer nuestras necesidades y las de la familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo. Adiós a las ofertas de trabajo que piden concretamente hombre o mujeres. Adiós a la horrible pesadilla del paro.
Por fin los millones de personas que se preguntaban si el artículo era más una declaración de intenciones o si de verdad se trataba de uno de los derechos y deberes que tenía el ciudadano, verá aplicado el artículo casi cuarenta años después de su creación. Entiendo el revuelo formado, las tertulias y el rollo ese de las banderas. Desde luego, es para que el orgullo nos salga por las orejas.
@ManoloDevesa