Las veces que VeraCruz creyó que su final había llegado

«Caerse mil veces y levantarse de nuevo» En eso consiste la vida. Hace tiempo que me topé con esta frase, una de las muchas que se reparten a lo largo y ancho de la red. Y cuanta razón encierra. Porque hoy hablamos de una hermandad que se ha caído y levantado en numerosas ocasiones a lo largo de su historia. Y a veces en algunas de sus caídas, llegó a creer que jamás se levantaría…

La historia de la Hermandad del Stmo. Cristo de la VeraCruz y Ntra. Sra. de la Soledad es amplia. Probablemente de las más extensas de Cádiz. Porque aunque sus documentos desaparecieran durante el saqueo inglés de 1596, si hay constancia gracias a las escrituras de adquisición de los terrenos para su Capilla en la Iglesia de San Francisco, de que ya existía en 1566, año en el que la comunidad franciscana se instala en la ciudad. 

Desde su fundación hasta el siglo XIX, la Cofradía no se puede quejar. Tiene un aire aristocrático gracias a que las principales familias adineradas de Cádiz son hermanas. Así que los problemas económicos nunca fueron un quebradero de cabeza para una hermandad que recibía con los brazos abiertos a toda persona de alta categoría que llegaba a la ciudad. De hecho, cuando en 1596 tiene lugar el saqueo inglés, se toma como rehén nada más y nada menos que al Prioste de la Cofradía, don Cristóbal Marrufo de Negrón. Imagínense por qué…

Sin embargo, el siglo XIX traerá a España una horrible crisis de la que la hermandad no va a librarse. De hecho, tanto es así que en 1.834 el Gobierno Civil da por extinguida a la Cofradía de la Vera-Cruz. Durante años, cuentan que la imagen titular estaba llena de polvo y telarañas en San Francisco. Una lamentable imagen que empuja casi una década después a un centenar de hermanos a solicitar al jefe político que fuera restablecida . Y dicho y hecho, el 25 de agosto de 1843 se restablece de nuevo.

Aunque habían logrado recuperarla, no es hasta varios años después que VeraCruz vuelve a salir a la calle enfrentándose a quienes decían que su memoria estaba prácticamente extinguida. Eso sí, la alegría le duraría solo dos años porque vuelve a quedarse parada. No es hasta mayo de 1.885 cuando es reorganizada elaborando nuevos Estatutos y saliendo de nuevo en 1.889. La vuelta de los franciscanos, que dejaron el convento en la exclaustración ayudan también a que la hermandad comience a levantarse poco a poco.

Pero un nuevo varapalo está a punto de hacer caer a la Cofradía de nuevo: en 1931 tienen lugar numerosos saqueos en toda la ciudad y la crisis vuelve a hacer mella en sus cuentas. Con el esfuerzo por bandera y la ilusión como principal arma, llegamos a 1.940 donde se produce un gran resurgimiento con la entrada de D. Ramón Grosso y Portillo como mayordomo. No es ni mucho menos la última prueba que la Cofradía tendrá que pasar antes de estabilizarse definitivamente. Tras la muerte de D. Ramón que se queda solo ante una nueva crisis, la cofradía queda prácticamente abandonada. No es hasta comienzos de los 70 cuando un grupo de jóvenes estudiantes deciden hacerse cargo de ella comenzando el gran resurgimiento del que disfrutamos hoy día.

@ManoloDevesa

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