19 de marzo: las Fallas a tope, los centros comerciales también. Día de los Pepes, día de las Pepas y día de los padres. Pero ojo, también de la madre. Eso sí, de la madre de todas las constituciones, la nuestra. Pero ¿cómo vive Cádiz aquel histórico 19 de marzo?
Desde que en la mañana del 24 de septiembre de 1810, la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo en San Fernando fuera testigo del juramento de los Diputados de las Cortes, pasan cerca de dos años hasta llegar a sin duda el mayor logro hasta la fecha, la proclamación de la Constitución en Cádiz de 1812. La voz del arzobispo Luis María Borbón suena contundente: «¿Juráis la santa religión católica apostólica romana sin admitir otra alguna en estos reinos? ¿Y conservar la integridad de la nación española…?». Y vaya si juraron… de dos en dos y sobre los Evangelios.
A partir de aquí y aprovechando la ausencia de Fernando VII, retenido en Francia por Bonaparte dos años atrás, los diputados creen que es el momento de despojar al monarca de su poder absoluto y se proclamaban representantes de la nación española afirmando que en ellos reside la soberanía nacional. Sueñan con una España diferente alejada del régimen absolutista de los reyes borbónicos, una revolución política al más puro estilo francés. Surge la reivindicación de convocar las Cortes. Cádiz padece por entonces una epidemia que les impedirá trasladarse a la iglesia de San Felipe Neri hasta 1811.
La labor de las Cortes es absolutamente encomiable planteándose retos tan revolucionarios como los de abolir instituciones del Antiguo Régimen: el señorial de propiedad de la tierra, las pruebas de nobleza o la Inquisición de la que los liberales consideran enemiga de la tolerancia y la libertad. Desde el otro lado, el padre Francisco Alvarado, al que llaman «Filósofo Rancio» la defiende. Sin embargo, y gracias a la fuerza (y sentido común), el 22 de febrero de 1813, los liberales consiguen abolirla.
Pero sin duda, el mayor logro de las Cortes de Cádiz es la Constitución, un texto que establece un modelo liberal de Estado que reparte el poder entre el monarca, encargado del gobierno, las Cortes cuya potestad es hacer las leyes y los tribunales de justicia, responsables de aplicarlas. Para la época, una auténtica revolución. Pero ¿como se vive el 19 de marzo de 1812?

«¿Juráis guardar la Constitución política de la Monarquía española que estas Cortes generales y extraordinarias han decretado y sancionado?». La voz del secretario se alza en la ceremonia del juramento de observancia de la Constitución política de la Monarquía española. Vicente Pascual Esteban, presidente de las Cortes, es el primero en jurar su cargo: «Sí juro». Es el primero de todos los que lo harán después de dos en dos. «Si así lo hiciereis, Dios os lo premie, y si no os lo demande» concluye el secretario.
Tras esto, los presidentes de las Cortes y de la Regencia pronuncian sendos discursos haciendo alusión al inmenso cúmulo de obstáculos que han tenido que pasar hasta llegar a ese momento. Son las once menos cuarto de la mañana y concluidos ambos discursos, los Diputados vuelven a salir de dos en dos siguiendo la Regencia del Reino con el presidente de las Cortes, camino a la Iglesia del Carmen, lugar donde se resguardarán de las bombas enemigas

Sin embargo, la primera Constitución española sólo dura dos años. Tras la marcha en 1814 de los franceses, el rey Fernando VII vuelve a España firmando en Valencia un decreto en el que comunicaba no sólo su total desacuerdo con la Constitución si no que la declaraba nula «como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo» asi que la orden de disolucion no tarda en llegar.
Mientras los liberales ven en la abolición un triste paso atrás, los partidarios del rey recorren felices por las calles de Madrid con gritos tan demoledores como: «¡abajo las Cortes!, ¡viva la Inquisición!». Una nueva etapa comenzaba.
@ManoloDevesa