James Barry, el doctor que fue doctora

Me parece oportuno hoy «Día Internacional de la Mujer», hablaros de James Barry, uno de los doctores más famosos del siglo XIX quien no pasó a la historia por su numerosos aportes a la medicina moderna si no por la impresionante historia que tenía detrás de sí.

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James Barry era en realidad una mujer que luchó por trabajar en lo que más quería: la medicina

La historia que les vengo a contar hoy probablemente les suene. Es la de una sociedad donde solo los hombres tienen hueco y la superación de una mujer por vivir en un mundo dominado por ellos. Pero vayamos por partes.

James Barry debió nacer entre 1789 y 1799. Se doctoró en Medicina por la Universidad de Edimburgo especializándose en cirugía consiguiendo pronto notoriedad gracias a las primeras cesáreas con éxito o a poner en práctica sus hábitos de higiene en la medicina. Pronto es nombrado nada más y nada menos que asistente médico del Ejército británico. ¡Casi nada! Y en 1815 es destinado a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica donde sigue haciendo méritos y gala de su más que evidente brillantez que le hace convertirse en el médico personal del gobernador. Pero como todo genio, tiene un temperamento fuerte como él solo que le hace enfrentarse incluso a funcionarios y oficiales médicos de la Armada.

Sin embargo, sus logros ocultan el mayor de sus secretos. Cuando el 25 de julio de 1865 James Miranda Barry muere, lo que la enfermera Sophia Bishop descubre es algo que pasará a la historia desde el momento en que se dispone a preparar el cadáver del famoso médico. Porque el cirujano no es cirujano si no cirujana. Cuando Sophía desnuda su cuerpo lo que se encuentra es claramente el de una mujer. Pronto la noticia corre como la pólvora desatando todo tipo de habladurías pero las autoridades optan por enterrarlo con la identidad de hombre ocultando de esta manera que en realidad uno de sus mejores profesionales, a quien tanto se le debía en el mundillo no es uno de ellos sino una mujer, quien por entonces tenía ese terreno vetado.

¿Quién era realmente?. James se llamaba realmente Margaret Ann Bulkley, una chica nacida en County Cork, Irlanda que tomó prestado el nombre de su alter ego de su propio tío, James Barry. Desde pequeña sintió pasión por la medicina y ya su propia familia vio aptitudes en ella pero sabiendo que siendo mujer su sueño era imposible de conseguir, idearon un plan que le llevaría a hacerse pasar por un hombre. Sin embargo, el plan tenía los días contados puesto que la idea era que una vez terminados los estudios se mudase a Venezuela a vivir con su tío Miranda donde podría volver a vivir bajo su verdadera identidad. Pero un dramático hecho dará un giro inesperado al plan: Miranda es apresado por españoles en Cádiz y muere. Tras este inesperado incidente, Margaret toma una dura decisión: ocultar su verdadera identidad para siempre. 

Pero si creen que el de Margaret fue el único caso en que una mujer tuvo que sacrificar su vida para intentar sobrevivir en un mundo de hombres se equivoca. Fue el caso de Catalina De Erauso quien en su intento de librarse de internar en un convento no dudó en escaparse disfrazada de campesino. O Sarah Emma Edmonds que huyendo de un padre que abusaba de ella y de un matrimonio impostado, decidió adoptar la identidad de un hombre. O Dorothy Lucille Tipton, todo un prodigio del piano y el saxofón que tuvo que hacerse pasar por hombre para ser tomada en serio.

Sin duda, un ejemplo más de los sacrificios que la mujer ha tenido que hacer a lo largo de los tiempos en una sociedad donde la violencia y la discriminación se cruzaban en su camino. Los tiempos han cambiado pero la violencia y la discriminación continúan cobrándose nuevas víctimas.

@ManoloDevesa

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