Verde como los viñedos que se cuidan en mi tierra, blanca como la ruta de sus pueblos. Mi sangre es verde y blanca. Ay de aquellos que la acusan de vaga y analfabeta. Si mi tierra por poner pone hasta a los sentidos a trabajar. Es la del olor a agua salada, la del incienso en Semana Santa. La del sabor a tortillita de camarones, la del salmorejo o el queso payoyo. La del tacto de sus gentes con sus visitantes y la que es capaz de estremecerse cuando escucha una saeta o una letra de carnaval.
Pero también mi tierra, la de la particularidad de sus gentes, la de las calles estrechitas y balcones floreados, la del sol siempre radiante, la del mar azul y eterno, la de la belleza de su Mezquita o la magia de su Alhambra es la misma que que vive su día a día en una constante lucha para salir adelante a pesar de las zancadillas y el maltrato a la que siempre ha sido sometida. Mi tierra es aquella que lucha contra los tópicos que siempre la rodean. La de aquellos que escuchan como los acusan de vagos labrando sus tierras de sol a sol. Sin descanso. La de los mismos que un día la abandonaron para buscar un futuro mejor y la de aquellos que se niegan a hacerlo y luchan desde dentro para salir adelante.
Mi tierra es heredera de los que lucharon porque fuese ese su color, de los dos millones que andaluces que salieron a la calle aquella tarde de diciembre para luchar por lo que creían. Heredera de los que sufrieron como nadie el maltrato y la injusticia del franquismo y la posguerra. De los tiempos del señorito aprovechao y el jornalero agradecío. Mi tierra fue también la de un hombre que fue capaz de morir por creer que Andalucía merecía una identidad propia. Y es aquella que no habla un mal castellano, sino un perfecto andalúz. Así es mi tierra. FELIZ DÍA DE ANDALUCÍA y felicidades por ser «andalú»
@ManoloDevesa