Visitar la sierra siempre es un placer. Sus paisajes, sus gentes, su clima y su ambiente me envuelven de tal manera que cuando tengo la oportunidad de escaparme, lo hago encantado de la vida. No es que sea un viajero empedernido y no porque no me guste si no porque a veces las circunstancias me impiden viajar más de lo que quisiera. Pero aun así lo intento cuando se encarta para dejarme maravillar por ejemplo con los paisajes que nos regala nuestra provincia.
Ola de frío Polar en España. Hasta en Cádiz capital dan un porcentaje alto de nieve. Algo que no ocurría desde los años 30. Pero no nieva. Eso sí, la tele se inunda de conexiones e directo con pueblos y ciudades donde ha nevado. Y entre ellos, nuestra Grazalema bonita que parece una postal navideña. Pero también Benaocaz, Villaluenga, El Bosque, Ubrique, Arcos… La nieve llega a cotas que no llegaba desde hacía cincuenta años. Yo me muerdo las uñas. Con lo que me gusta la nieve. ¡Cuanto la disfruté en Granada cuando la conocí! Pero hace tanto que el recuerdo comienza a ser demasiado lejano. Y de repente me llega el whatsapp. Es Raúl que me propone algo irrechazable: «Podríamos ir mañana a Grazalema y verla nevada«. No lo puedo creer. Cada vez que nieva lo pensamos pero al final nunca vamos porque nos echa para atrás la cantidad de gente que se anima a ir en el fin de semana con los consiguientes problemas de aparcamiento. Pero esta vez es diferente. Es viernes 20 de enero y seguro que no hay tanta gente. Así que por primera vez, cogemos la bufanda, los guantes y allá que vamos!! ¡Por fin!
La llegada a Grazalema se convierte en nuestra primera sorpresa. La carretera continúa cortada. Los amables guardias civiles nos dicen que por Benaocaz y Villaluenga sí podemos acceder a ella. Y allá que vamos con más ilusión que un niño el 5 de enero. Pero nos tememos lo peor. Observamos como apenas queda nieve. Las carreteras han sido limpiadas, cosa que nos alegra. Y por mucho que dirijamos nuestra mirada a las montañas, de nieve no vemos na de na. Aun así, pienso yo, ir a la sierra siempre está bien. Pasaremos un día agradable. De momento, hay un giro inesperado de los acontecimientos: «Nos quedamos en Benaocaz o Villaluenga» me dice Raúl muy convencido. Yo no pongo resistencia alguna. Es cuando durante el trayecto comenzamos a ver trozos de nieve en la carretera y las montañas comienzan a aparecer teñidas de blanco. Qué bonito!! A partir de ahí, prefiero contároslo en imágenes…















En definitiva un viernes totalmente distinto al resto donde la tranquilidad de sus estrechas calles, el olor a leña, la comida rica y copiosa, la amabilidad de sus gentes y en este ocasión unos paisajes con la belleza que la nieve siempre proporciona me hacen enamorarme una vez más de la sierra gaditana. Hasta la próxima!
@ManoloDevesa