En un pequeño descanso de esa eterna lucha de temas tan quemados al estilo de Madrid vs Barca, Carnaval vs Semana, España vs Cataluña o Peperos vs Podemitas, desde hace unos años se ha creado una nueva surrealista y boba disputa que enfrenta a los que celebran Halloween contra los que prefieren los tradicionales Tosantos.
Tengo dos teorías en torno a ésto: o le deben parecer pocas las cosas que enfrentan cada vez más a la ciudadanía o el hastío causa auténticos estragos. Porque entonces no entiendo que una gilipollez tan grande como ésta sea noticia año tras año. Sin embargo, en cualquiera de los casos no hay excusa posible: la propia sociedad se ha ido encargando de separarnos por razas, ideales y hasta por nuestra orientación sexual para que vengan ahora cuatro tontos a sembrar más estupidez entre todos nosotros. Y si es el hastío lo que lleva a que discutamos si es mejor celebrar una fiesta u otra, bien podríamos emplear nuestro tiempo en reflexionar si no es mejor respetar la opinión de cada uno y «santas pascuas».
Porque a ver si uno no va a poder ir a ver los Tosantos a los Mercados de Abastos de la ciudad y disfrutar de la familia y amigos en una fiesta tan nuestra como ésta y por la noche acudir a una fiesta de Halloween. ¿Te piden el carnet a la entrada? ¿En serio que hasta el Obispado de Cádiz y Ceuta ha entrado en este absurdo juego publicando un manual para desterrar “la moda” de Halloween y sustituir los disfraces de muertos vivientes por los de santos? ¿De verdad hemos llegado a este punto de necedad humana?
Si hay un error en el que cae el ser humano una y otra vez es en esa «petera» que tiene con decir como tenemos que vivir: como tienes que vestirte, como tienes que pensar, con quien te tienes que acostar y ahora el último grito es cómo tienes que celebrar una simple fiesta. ¿De verdad creen que los niños que tanto disfrutan en esos días piensan en algo más que divertirse? Es como pensar que cada 24 de diciembre todo el mundo que celebra la Nochebuena lo hace pensando en el nacimiento de Jesucristo y no en una fiesta que en definitiva lo único que hace es unir en torno a una mesa a familias y amigos.
¿Quiénes somos nosotros para decir a nadie como tienen que celebrar las cosas?, ¿qué ganamos agregando esta absurda guerra a todas las que por desgracia ya hemos asumido como normales? Cada vez que me hago este tipo de preguntas siempre se me viene la misma frase a la cabeza: «Tu libertad termina donde comienzan la de los demás«. No lo olviden.
@ManoloDevesa