Llevo desde el mismo sábado por la tarde dándole vueltas a escribir o no sobre un tema tan escabroso como los sucesos que ocurrieron el pasado sábado en Cádiz durante la presentación de un libro. Así que independientemente de la opinión que me merezca a estas alturas el que se saque el nombre de José Antonio Primo de Rivera a pasear, hay que tenerlos muy gordos para hacerlos en los tiempos que actualmente vivimos. Son tiempos revueltos, como los del culebrón que la crisis arrancó de las por entonces poderosas sobremesas de la televisión pública.

A pesar de la crisis de credibilidad que comienzan a tener muchos de ellos, la creciente manipulación habida en los diferentes medios de comunicación (televisión, radio, prensa e internet) comienzan a pasar factura. La televisión se ha sumado a ello y ha decidido tratar la política como un gran espectáculo. Al estilo de los desbaratados debates de GH donde hay gritos, insultos, idas del plató (y de cabeza también) y hasta demandas judiciales que vienen y van.
Y en cuanto a la prensa, solo hay que echar un vistazo a titulares de lo más insólito. Hoy mismo un periódico de la capital nos despertaba con uno absolutamente sorprendente: «Pataleta del alcalde de Cádiz porque la presidenta no le recibe«. Y si vamos a los periódicos con tendencia a la izquierda, ídem de lo mismo. Y es en la redes sociales donde la prensa digital ha encontrado un auténtico filón. Porque las redes sociales son para que ustedes me entiendan el coño de la Bernarda donde la ciudadanía comparte y se indigna pero JAMÁS se informa. La mayoría de las personas que le dan a un Me gusta a un determinado artículo ni siquiera son capaces de entrar en la noticia y leerla. Se quedan en el titular. La manipulación ahí ya es mayúscula. Y a partir de ahí, nada de debate sano. Los insultos y las broncas se suceden a un ritmo vertiginoso.
Y luego claro, los partidos políticos que tampoco es que vayan a ayudar a que esto se aplaque, también han colaborado en adiestrar a un cierto sector de la sociedad para que crean por ejemplo, que si no te indignas porque la bandera de España no ondee la plaza Sevilla o no la lleves de pulsera o en el cuello de tu camisa, repudias a tu país. Pero si la llevas, eso te convierte en un auténtico facha. Se han encargado de convencernos de que los casos de corrupción son aislados y que puestos a robarte, que mejor que te robe el partido al que siempre has votado. Que no hay nada sospechoso en el hecho de formatear un disco duro 35 veces. Que para ser de izquierdas uno debe ser de la formación morada porque si no, eres un facha como Felipe González o que la corrupción es más o menos grave según en que partido tenga lugar. Siguen empecinados en dividirnos como siempre la historia nos dividió: en ricos o pobres, en hombres o mujeres, en merengues o catalanes, en carnavaleros o capillitas, en fachas o rojos.
Y éso es lo que está ocurriendo. Las tertulias sobre política se evaden cada vez más en los grupos de amigos o reuniones familiares porque uno – yo el primero – se desata escuchando argumentos que no comparte. El interés por la política de la que el ciudadano – todo hay que decirlo – ha pasado olímpicamente toda su vida es bueno hasta el momento en que divide, en que separa e incita a la violencia. Porque la violencia esté en el bando que esté siempre es reprochable. Y eso viendo las declaraciones de algunos partidos en estos días, parece que se les ha olvidado.
@ManoloDevesa