La radio que me enamoró

En mi mente aun retumba la voz de Pepe Benítez. Su ímpetu y fuerza caló en un medio que por entonces todavía rivalizaba con las 625 líneas de la televisión. Si cierro los ojos me puedo ver sentado con las piernas saliendo por entre los barrotes que daban al patio de mi casa con un radio cassette de esos que en los años 80 eran «el último grito». Escuchaba a Treviño, a Carmen Coya, Jesús del Río y tantos otros. La radio que hacía vibrar provocaba en mí una extraña sensación que aun a día de hoy me resulta inexplicable.

La radio de aquel tiempo no hizo sino enamorarme. Hechizarme con la magia que desprendía aquel aparatucho que se convirtió sin duda alguna en el compañero perfecto de mis juegos de infancia. Con él jugaba a ser uno de ellos y con la mano de mortero forrada de papel de plata a modo de micrófono, me ponía en la piel de cada de esos profesionales borrando la voz de Pedreño, de Gabilondo o del Olmo para soñar que el que daba paso a la música o entrevistaba a los invitados de su programa no era él sino yo.

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La radio de mi infancia fue la de las canciones dedicadas, la de los concursos domingueros, la de las tardes de futbol y terroríficas madrugadas. La de la pasión, la del corazón, la de la ilusión y la vocación, la del amor por el medio y el compromiso con los oyentes más allá de los intereses de los de arriba. La radio de la inocencia, de los que creían en un oficio y una profesión hoy prostituida hasta la saciedad. Fue aquella la radio que me enamoró y me reveló que quería ser de mayor. Como cuando veía la tele de Chicho o el maestro Hermida.

Noventa años después de su llegada a Cádiz, la radio continúa sin duda en un puesto de excepción dentro de los medios de comunicación más valorados. Sin internet ni redes sociales, aquella radio de la que les hablo era capaz de reunir a grandes y pequeños, a jóvenes y mayores en torno a él porque cada uno de nosotros encontrábamos algo que nos seducía.

La radio de mi niñez fue la que me susurró en aquellas noches de insomnio, la que hizo evadir mis berrinches de niño chico y la que fue capaz de reunir a toda la familia a su alrededor. Fue aquella que inyectó en mí el veneno del micrófono y el amor por un medio al que he tenido el placer de volver hace algunos meses como colaborador a través de Radio La Isla. Pero al que espero volver algún día, negándome a apagar la llama de mi esperanza, como locutor de mi propio programa.

Feliz 90 aniversario a los compañeros de RADIO CADIZ. Porque con ellos empezó todo!

@ManoloDevesa

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