Han pasado ya 15 años desde que aquel 11 de Septiembre de 2001 dejara al mundo con el corazón encogido ante las dramáticas imágenes que veíamos. Eran las 8.46 (hora local) cuando cuatro vuelos comerciales eran secuestrados por cuatro comandos de la red yihadista Al Qaeda. Y con la televisión como gran testigo, veíamos atónitos como eran estrellados contra las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, el Pentágono (Washington) y un campo abierto de Pensilvania.
Sin embargo, no es la primera vez que he leído y escuchado otras teorías que darían una explicación muy diferente a la dada oficialmente. Ayer mismo, el programa CUARTO MILENIO desvelaba una serie de claves ocultas y que han permanecido ajenas a los medios de comunicación. El coronel Pedro Baños, antiguo Jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo y Jaime Garrido, arquitecto perteneciente a la plataforma Arquitectos por la verdad del 11S, daban sus explicaciones e investigaciones que uno escuchaba absolutamente atónito.

Concretamente Pedro Baños, contaba que el Gobierno de Estados Unidos guarda a día de hoy más de 80.000 archivos clasificados sobre el ataque y afirmaba que dentro de ese nuevo informe de 28 páginas que ha salido recientemente a la luz se deduce que este atentado no podría haberse producido sin la ayuda de algún servicio de inteligencia de otro país, el cual no solo le hubiese facilitado la financiación si no también los materiales.
Por si esto fuera poco, el caer tan simétrico de las Torres Gemelas también hacía dudar a Jaime Garrido quien afirmaba que era imposible que el impacto de un avión haga caer las torres. Sostiene que la versión oficial es un engaño. ¿Por qué estallan entonces? El arquitecto daba no solo su versión si no la de 2.555 más: habrían utilizado nanotermitas explosivas a 8000 grados de calor que eso sí que hubiesen producido la terrible explosión. Pero ¿cómo llegaron las nanotermitas allí? Según se cuenta, un fin de semana, un grupo de personas vestidas de naranja se encerraron en el edificio para trabajar dentro. La teoría de la que les hablamos dice que debieron poner cargas en todos los pilares. Lo más llamativo y grave de todo esto es lo que dijo a continuación: todo esto orquestado por un sistema organizado. ¿Y cuál mejor el propio sistema? Porque Jaime insiste: un trabajo así no lo hacen cuatro terroristas.
Las terribles imágenes de la gente tirándose al vacío desde las torres también hacen dudar al propio Jaime: ¿Qué les hace tirarse si vemos que en el interior no hay ni humo ni fuego?. En cuanto al edificio número 7 también derrumbado, para Jaime no es ningún misterio si no una tomadura de pelo insoportable.
Así que alucinado por la cantidad de nuevos datos – algunos ya lo sabía – que se dan extraoficialmente, me puse a buscar algunos más ya calificados como «curiosos» sobre el atentado que causó la muerte de 3.016 personas y más de 6000 muertos y que tardaron 100 días en extinguir por completo las llamas del terrible incendio.
Para empezar, ¿sabía usted que el 11-S no fue el primer atentado en el World Trade Center? En febrero de 1993 una bomba había matado a seis personas en el mismo lugar. Las obras de rescate también debieron ser duras ya que aparte de encontrarse más de 65.000 objetos, también se hallaron más de 20.000 restos humanos.
Sin embargo lo que más me ha llamado la atención de todas las curiosidades que he podido encontrar son estas tres: para empezar, el hecho de que la mañana del 11-S, la compañía dueña del World Trade Center tuviese prevista una reunión en la planta 88 de la torre 1 para discutir cómo actuar ante un ataque terrorista. La reunión se canceló porque uno de los participantes no podía ir.

Beber para olvidar. Seguramente este emblema animó a que el consumo de alcohol en Manhattan aumentase un 25% en la semana posterior a los ataques. Lo mismo ocurría con el tabaco (10%), marihuana un 3,2% y la asistencia a iglesias y sinagogas un 20%.
Por último, y a las víctimas mortales que murieron en los accidentes, habría que sumarles esas más de 1.100 a las que le fueron diagnosticadas de cáncer como resultado de su “exposición a toxinas en la zona zero”.
Sean o no ciertas, si ya la versión oficial que nos dieron en su día nos produce miedo, asco y repulsa, el solo hecho de pensar que todo lo contado hubiese sido una mentira y que los hechos se hubiesen producido de las formas que aquí se cuentan, sería para perder la fe y la credibilidad en todo lo que nos rodea. Pero sobre todo, sería reabrir una enorme herida en los familiares de los que tuvieron la nefasta muerte de estar allí aquella terrible mañana del 11 de septiembre. Ajenos por cierto, a todo tipo de maquiavélicos planes, a intereses ocultos o a explosiones controladas. Fuera como fuese, absolutamente deleznable.
@ManoloDevesa