Libertad de expresión. Me gusta. De hecho si no la tuviéramos, esta Tribuna desde la que tanto me gusta hablar no tendría hueco en una sociedad que no dejara expresar tus ideas o sentimientos. Pero claro, una cosa es decir por ejemplo que la corrupción se ha hecho un hueco en los últimos años en el Partido Popular que llamarlos a todos cabrones e hijos de puta. Que la idea de país de Pablo Iglesias es tan ideal como irrealizable a exclamar que ojalá le dieran un tiro en la cabeza. No sé si pillan el concepto.
El hecho de poder expresar libremente lo que sintamos no nos acredita ni muchísimo menos para insultar, calumniar o humillar a nadie. Porque desde ese momento, nuestro argumento se desmoronará inexorablemente provocando todo tipo de críticas en su mayoría y aunque nos duela muy certeras. O si no hagan un ejercicio de imaginación: van por la calle Ancha y alguien se le acerca y sin comerlo ni beberlo le dice que ha cogido usted unos cuantos kilos de más en las vacaciones y que no le gusta como va vestido para ser sábado. Vamos, que le baja la moral a una velocidad alucinante y lo hace además bajo una frase que supongo que también acredita el poder decir lo que a uno le dé la gana: «Es yo soy muy sincero». Y si quedan tan panchos. Y tú piensas: «Pues debe ser eso que eres tú muy sincero y yo un falso de cojones porque a pesar de aguantar tu asquerosa alitosis desde que te conozco, no hablo contigo tapándome la nariz que es lo que sinceramente me apetece hacer cada vez que te veo, so cabrón«.
Bromas aparte, lo que os pretendo decir es que jamás uno puede apoyarse en ningún tipo de excusa para hacer daño a los demás. Y éstos de la revista de Charlie Hebbo ya lo han hecho en más de una ocasión. Se han mofado de la religión islámica con consecuencias lamentables por cierto e igualmente reprochables. De la católica, de políticos y hasta de tragedias como el terremoto de Italia. Así, como leen. Esta ha sido la maravillosa última idea del equipo de la revista.


Lo peor de todo esto es que lo hacen en nombre del humor y la democracia. De la libertad de expresión dicen que tanto les ha costado conseguir. A ver si a ellos en pleno velatorio de un familiar, aguantarían un chascarrillo de esos que catalogan como «Humor negro»…
Es vergonzoso que alguien pueda ser tan ruin como para parodiar el horror, el miedo y la tragedia vivida en Italia a causa de un terremoto que dejó cientos de víctimas mortales. Pero si vergonzoso me parece la actitud de la revista, peor me parece la de aquellos que la compran y son cómplices de esa falta de respeto tildándote seguramente de antiguo y poco tolerante ante lo que para ellos es simplemente «libertad de expresión».
@ManoloDevesa