Defender lo indefendible

Mira que lo avisé antes de irme: «Durante mis vacaciones, nada de Azotea. Hay que desconectar«. Pero al final uno termina enterándose gracias a las redes sociales de toda la actualidad que lo rodea. Mis vacaciones están siendo geniales en una ciudad que sin ser de costa, está llena de cientos de turistas dispuestos a perderse por sus calles. Entre otras razones porque hay actividades que invitan a ello. 

Ayer mismo conocía por la prensa  la iniciativa del Ayuntamiento de Cádiz de celebrar diferentes conciertos desde el módulo 3 al 6 de la Playa Victoria el próximo sábado como alternativa a las últimas barbacoas que se celebrarán, por cierto. Y que triste ha sido no asombrarme con las críticas que pronto se ha recibido de los propios gaditanos. Del barrio de Muñoz Arenillas que les ha faltado tiempo para poner el grito en el cielo al ver peligrar por una sola noche su cándido sueño.

Que la oferta veraniega de Cádiz haya decaído de un tiempo a esta parte no solo no parece ser motivo para que los gaditanos den un golpe en la mesa y reivindiquen más vida para una ciudad tan turística y con tantas posibilidades como la nuestra si no que en el momento en que se intenta hacer algo, ahí si que se ponen en pie de guerra con el objetivo de no ver peligrar ni su paz ni su sosiego.

Con toda la razón, el Presidente de Horeca, Antonio de María, ha terminado por estallar ante las críticas de los vecinos de Muñoz Arenillas. Ha dicho que es importante ofrecer este tipo de eventos no solo por los turistas si no por esas voces gaditanas (que también las hay) que alertan del declive del verano gaditano. Fueron este tipo de críticas las que acabaron con la vida que el Paseo tenía hace años. Hoy día, ir de vacaciones a Cadiz significa salir por Conil, Tarifa o El Palmar que disfrutan de un ambiente envidiable con terrazas a rebosar, vida y juventud por sus calles con el considerable bullicio que provocan. Pero a ningún conileño por ejemplo se le ocurre cerrar las puertas a la única época del año en que pueden respirar económicamente. Pura coherencia.

Sin embargo, mi indignación no es por la nula capacidad de entender lo beneficioso que es para la ciudad tener ofertas atractivas ni si quiera ver cómo Cádiz languidece poco a poco. Mi ofuscación es ver que mis propios paisanos, los mismos que se ofenden cuando le haces una crítica constructiva de la ciudad porque «en Cadi hay que mamá» son los primeros en poner cortapisas a cualquier nueva iniciativa para intentar reflotar un barco que se hunde como ya lo hiciera El Vaporcito. Y me duele porque defender esa actitud es desde luego defender lo indefendible.

@ManoloDevesa

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