Lo de este país es de juzgado de guardia. Luego nos quejamos por cómo nos ven en el resto del mundo. No me extraña que seamos el hazme reír. Y que si destacamos por algo sea por la corrupción política que nos azota o por el sol, el toreo y la paella. Vamos, patético…
Que nos vamos a terceras elecciones creo que se sabe desde las primeras en Diciembre del año pasado porque a ver si se enteran todos que con la llegada de PODEMOS y CIUDADANOS los pactos se convierten en algo obligatorio ya que la mayoría absoluta es algo prácticamente imposible. Y digo lo de prácticamente porque tal y como ha demostrado el Partido Popular en las segundas, los resultados pueden dar un sorprendente giro que si somos un poco espabilados, en la tercera vuelta de la que ya se habla como una realidad, puede acentuarse aún más.
Que el partido de Mariano Rajoy ha ganado las elecciones es algo que no creo que nadie pueda discutir, lo dicen los resultados de las elecciones tanto de Diciembre como de Junio. Que sea el que pueda gobernar ya estamos viendo que no. Y buena parte de esa negativa de los demás a que sea el PP quien gobierne España durante los próximos cuatro años está en el propio Mariano Rajoy, encaramado a su puesto de candidato a la presidencia como buen gallego que es. Y no lo va a soltar. Menudo es. Primero porque su primer argumento son los resultados obtenidos y segundo porque supongo que no debe ser fácil dejar un sillón tan cotizado como el de la Moncloa por muy «por el bien de Esshhpaña que sea«
El panorama que se nos dibuja con las terceras elecciones no puede ser más desolador. El hartazgo, comprensible por otra parte de los ciudadanos harán que la participación baje considerablemente. Ya escucho cada vez a más personas decir que no volverán a votar. Pero el Partido Popular cuenta con un arma que ningún otro tiene: sus votantes, incapaces de castigarlos ni dejarlos en la deriva. Las terceras elecciones no es que vayan a dar a Rajoy la mayoría absoluta, pero si que puede hacer bajar considerablemente al resto de partidos y la diferencia entre Gobierno y oposición puede ser brutal. Entonces miraremos hacia atrás con nostalgia y con la amarga sensación del fracaso y recordaremos que tuvimos la oportunidad de cambiar todo esto. De tener un Presidente en el Congreso no perteneciente al Gobierno, de tener un Gobierno en minoría, esencial para que cada una de sus decisiones fuesen cosa de todos y no solo decisión del de siempre.
Pero por una parte, los ciudadanos cuya desidia pareció situarse por encima de sus propios intereses y por otra, los políticos con su nula capacidad para llegar a acuerdos, lo impidieron. ¿Terceras elecciones? Y cuartas, también.
@ManoloDevesa