El auge del populismo

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha visitado estos días nuestro país. En el itinerario falló Sevilla seguramente condicionado por ese «atentado frustrado» que le tenían preparado a base de un puchero caliente a las cuatro de la tarde. Qué arte más grande!

Entre otras visitas, Obama estuvo con el Presidente del Gobierno español en funciones, Mariano Rajoy y entre la larga charla que debieron mantener gracias al perfecto inglés del español, el presidente americano le dijo algo que bien podría resumir el cambio que ha sufrido la política española en los últimos años. Lo dijo evidentemente sin quererlo decir. Porque afirmar que la desigualdad es el germen del populismo es de un descaro impropio de un Presidente. «Hay conexiones entre el impulso y las voces populistas en Estados Unidos y lo que está pasando en Europa. Si la globalización no es equitativa y solo beneficia a las élites, vamos a ver un populismo que va a dividir a la sociedad y puede ir en aumento«. Ahí sí estoy de acuerdo.

Claro que si por populismo él entiende las promesas de políticos y las buenas palabras que dedican a sus ciudadanos para luego no hacer nada, en eso estoy de acuerdo también. De hecho si hay alguien que ha fortalecido la desigualdad que hay en el mundo son ellos mismos. Si hemos llegado hasta aquí no ha sido si no por el fruto de la mala gestión de la clase política. De la desigualdad, que ésa sí que divide y enfrenta. De intentar estirar el chicle hasta el punto de llegarlo a quebrar. El hartazgo de una importante parte de la sociedad ha comenzado a dar sus frutos: el Brexit en Reino Unido, la irrupción de Alexis Tsipras en Grecia y en España la proliferación de partidos nuevos que han visto la oportunidad para intentar ahogar a los más tradicionales. Y en vez de reflexionar sobre lo que ha ocurrido en realidad, la respuesta de todos ellos es el ataque, el sembrar el miedo y el odio. El cerrar los ojos y taparse los oídos para evadirse de una realidad que no los dibuja precisamente bien.

El exigir una vivienda digna, un trabajo con el que poder ganarte la vida, que los recortes no siempre vayan a parar al bolsillo del mismo o el pedir que los pobres no sigan siendo más pobres mientras que los ricos siguen haciéndose más ricos no es ni mucho menos populismo sino algo que se puede llegar a conseguir. Se les llama así cuando uno es incapaz (porque no puede o porque no quiere) de encontrar la fórmula para se haga realidad. Y entre las claves está la que afirma Obama quien ha insistido en que hay que abordar la desigualdad, mediante «sueldos justos» y «sistemas de bienestar social». Si lo más grave es que ellos lo saben.

El problema es que eso es el viejo discurso, el que siempre se queda en las palabras y en los mítines y nunca en los hechos. Por eso, a los ciudadanos no les ha quedado más remedio que despertar para intentar al menos hacer realidad lo que nuestros políticos han sido incapaces de realizar. Por el camino habrá zancadillas, aprovechadores y equivocaciones. Pero un único y firme propósito: conseguir la tan ansiada igualdad.

@ManoloDevesa

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