Dicen que para ganar, hay que saber perder. Una semana después de la victoria del PP en las elecciones generales, la palabra pucherazo ha aparecido constantemente sobre todo en las redes sociales. Para empezar, la forma en que se adjudicó la empresa encargada de realizar el escrutinio electoral no ayuda mucho a que un tema tan serio como éste gane en credibilidad y seriedad. La empresa Indra es una vieja conocida en estos menesteres. De hecho ha ganado todos los concursos públicos en España menos el de las elecciones del 20 de diciembre. Sin embargo, para éstas, Indra hacía una rebaja del 40% que finalmente terminaba seduciendo de manera crucial para su contratación. En su largo historial, Indra no ha estado exenta de polémicas. Para colmo, la sombra de una presunta implicación en un tema de corrupción con algunos cargos del PP se cierne sobre ellos.
Y al margen de esto, están los diferentes testimonios de personas que estuvieron en las mesas electorales el pasado domingo y que han relatado por las redes su experiencia. Como el caso de Christian Avilés que contaba alucinado una serie de irregularidades que había tenido la oportunidad de presenciar: votos que faltaban y por lo tanto no cuadraban ante la tranquilidad de los que allí estaban, votos catalogados en blanco cuando realmente no lo eran o el simple hecho de entregar solo las actas y no los votos: «Pensad en un pueblo o ciudad pequeña de esas de la España profunda donde todos se conocen, se juntan los tres de la mesa y rellenan lo que les sale de los huevos porque no hay que entregar luego los votos para demostrar nada…» reflexionaba el chico en su facebook. Razón no le faltaba. Si encima uno ve los errores que hemos podido ver en algunas mesas electorales, la teoría de la manipulación o pucherazo va cogiendo más fuerza.
Sin embargo, quedarnos en la mera insinuación y no en la denuncia de un tema tan grave como sería el pucherazo en unas elecciones generales no hace sino acrecentar la teoría del pataleo de niño chico, del no saber perder, de creerse las encuestas a «pie juntillas» sabiendo que hay un alto porcentaje de posibilidades de que no sean fiables. El hecho de que pese a los numerosos casos de corrupción, el PP haya vuelto a ganar las elecciones se le pueden adjudicar varias explicaciones: el más que habitual «Virgencita que me quede como estoy» o otra hipótesis que también me ha corrido por la cabeza estos días: el número tan bochornoso de casos de corrupción en el partido del Gobierno ha desestabilizado tanto al votante y se ha sentido tan engañado, que ha optado por no creérselo y seguir actuando como si nada hubiese pasado. Lo demás, os lo puede resumir Gilbert Keith quien decía: «El único modo de estar seguro de coger un tren, es perder el anterior«.
@ManoloDevesa