La Bandera del Orgullo

Tal y como dije ayer en mi primera columna «Desde la Tribuna», el «bandering» es ya una de las señas más visibles del equipo de Gobierno. Ayer mismo nos enterábamos que la bandera gay ondeará como hizo el año pasado en nuestra ciudad durante la Semana del Orgullo. Y tranquilidad en las masas porque la bandera en cuestión se la cede la plataforma provincial de entidades LGTBQI, Cádiz con Orgullo. Por lo cuál, su precio es cero. Eso sí, hay cambio de ubicación: por vez primera será en la gaditana Plaza de Sevilla. El próximo viernes 10 de junio y hasta el 13, la bandera lucirá allí como muestra del apoyo del equipo de Gobierno a una realidad cada vez más desoladora.

Desoladora porque aunque una curiosa parte de los gaditanos (afortunadamente no toda) lo vean como una frikada, un egocentrismo o un caso más de la política de gestos del alcalde, lo cierto es que la reivindicación sigue siendo necesaria y más viendo algunos de los últimos acontecimientos. El último, el del árbitro de Algeciras, Jesus Tomillero, que se planteaba renunciar a su profesión por los insultos y el acoso que sufría en el mundo del fútbol por su condición homosexual.

«Hemos cambiado y ya los homosexuales son aceptados por toda la sociedad. No necesitan reivindicar nada«. Cuidado con esta afirmación que hay que cogerla con alfileres. Es verdad que la sociedad ha evolucionado y gracias al esfuerzo de los muchos que reivindicaron su derecho ante las risitas y las miradas del resto de la sociedad, han ayudado a que su aceptación sea mayor. Sin embargo, hace algunas semanas nos enterábamos como las agresiones a homosexuales habían aumentado considerablemente. Conozco a chicos que pasan por un auténtico calvario en clase precisamente por intentar vivir su sexualidad con la libertad que debiera tener. Porque los chistes, el cachondeito, las miraditas y los cuchicheos continúan vivos en pleno siglo XXI.

Por eso, cuando escucho o leo comentarios en las redes sociales acerca de este tema no puedo sino renegar a veces del orgullo que muy a menudo me merece esta ciudad. La ciudad de la libertad, de la primera Constitución, de la Pepa. Cuando el año pasado, la bandera colgaba del Ayuntamiento, se dijeron auténticas salvajadas que ponían de manifiesto que aún hay mucho por hacer. Es la prueba irrefrutable de que el «lo respeto mientras no me toque a mí» sigue vigente en pleno 2016. Una de las «reflexiones» que se hacían en esta ciudad el año pasado era que si el alcalde no ponía el Belén (decisión la cuál me parece tonta y burda) porque no todos los gaditanos eran católicos, ¿quería decir que todos los gaditanos éramos gays por la decisión de poner la bandera del Orgullo en el Ayuntamiento? ¿De verdad veis relación alguna entre el derecho de una persona a vivir sin acosos de ningún tipo por su condición con una cuestión de fe? Porque entonces no hemos evolucionado nada.

Más allá del patriotismo de pacotilla, de la lucha porque gobierne el partido al que uno haya votado, de las fobias que se pueda tener a un determinado grupo político, estamos hablando de denunciar algo terrible: el odio y el rechazo a seres humanos por el mero hecho de acostarse con quién a ellos les plazca. Así de claro: analícenlo ¿alguien les dice con quién tienen o no tienen que mantener relaciones sexuales? ¿Los miran diferente si el pelo de su pareja es rubio, moreno o pelirrojo? ¿Si es gord@ o delgad@? ¿Les parece ridículo verdad? Pues a un cierto sector de la sociedad, sí que los miran diferente. Y no solo eso, sino que son capaces de amargarles la vida hasta el punto de incitarlo al suicidio y en ocasiones a brutales agresiones.

El que ondee la bandera del Orgullo no es un caso de oportunismo político más. Pero si así fuese, si va a servir para algo, que lo sea. ¿Cuánta gente lo dijo de José Luis Rodríguez Zapatero cuando aprobó el matrimonio homosexual? Sin embargo, aquello sirvió para que el matrimonio fuese un derecho de todos independientemente de tu orientación sexual.

No hablamos de política sino de humanidad. Y da igual quién ondee la bandera: si el PP, PODEMOS o PSOE. Quién lo haga, se le podrá recriminar lo que quiera menos su total indiferencia a un problema que sigue existiendo: la homofobia.

@ManoloDevesa

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