Independientemente de los ideales que recorran las mentes del cualquier persona, si hay algo en lo que debemos coincidir de manera unánime es en que esto no se nos escape de las manos por mucha decepción y frustración que sintamos por la clase política.
Al igual que me pareció inaceptable de toda manera y condené la agresión que en la pasada campaña electoral sufrió el candidato del PP, Mariano Rajoy en su propia ciudad, hoy no me queda si no hacer lo propio con el alcalde de nuestra ciudad, José María Gónzalez.
Esta mañana nos hemos enterado de que el alcalde gaditano va denunciar la amenaza de muerte que se recibió el pasado miércoles en el Ayuntamiento de Cádiz a través de un correo electrónico. En el correo se le insulta y desea la muerte claramente y se le acusa de apoyar al terrorismo etarra y más en concreto a Arnaldo Otegui tras su entrevista (le está saliendo cara…) a LA VOZ DE CÁDIZ.
Una cosa es protestar y participar activamente en la política a través de alegatos o manifestaciones que tengan por objeto reivindicar algo y otra es la agresión y el insulto. Porque desde ese momento se pierde la razón automáticamente. Te conviertes en parte de esa mafia que parece envolver todo el entramado político.
Las redes sociales se han encargado de sacar el animal que todo ser humano lleva dentro. Y no me vale la desesperación por la que el individuo en sí esté pasando. Es cada vez más común ver como existen cuentas especializadas en el insulto y la provocación. Y lo hacen por placer amparados en el humor, no por reivindicar nada ni mucho menos. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que he visto como entre los seguidores de un determinado rostro famoso se encuentra gente dispuesta a seguirlo con tal de insultarlo. ¿?
Si a este bicho que son las redes se les alimenta con la más burda manipulación por parte de los medios de comunicación y de los propios partidos políticos, que no dudan en sacar por delicado que sea cualquier tema con el que poder atacar, vamos listos.
La llegada de PODEMOS y CIUDADANOS ha sido interpretada por los partidos convencionales como un peligro en toda regla. El peligro a que ese pastel llamado España que se han repartido entre PP y PSOE desde la llegada de la democracia a nuestro país, haya que compartirlo ahora con otros más. Y claro, la porción es más pequeña. Ha servido para que muchas caretas cayeran. Incluso la de los partidos que se vendían como nuevos con las mismas y viejas ideas de siempre. Pero también entre los ciudadanos ha tenido su efecto. Me da la sensación de que estamos más separados que nunca. Cualquier comentario que se haga contra un partido, te coloca en el otro automáticamente y de la peor manera. Todo se mira con la lupa del critiqueo y no la crítica. Y ya de la constructiva mejor ni hablamos. Eso que la llamada tan peyorativamente «casta» se ha negado a hacer siempre, al final le está pasando al ciudadano. ¿Nos estaremos «casteando»? Permítanme el vocablo que no sé ni conjugarlo, vaya. Pues espero que no porque si es así, esto ya no hay quien lo salve.
@ManoloDevesa